sábado, 23 de noviembre de 2013

Contaminación transgénica extendida:(Casos)

   Contaminación transgénica extendida:

En noviembre de 2001, los fitogenetistas de Berkeley, Ignacio Chapela y David Quist, publicaron un informe en Nature  presentando pruebas de que razas criollas de maíz cultivado en regiones remotas de México habían sido contaminadas con transgenes, a pesar de que se había establecido en el país una moratoria oficial al cultivo de maíz transgénico.

Esto desencadenó un ataque concertado de científicos pro-biotecnología, que se alega fue orquestado por Monsanto . En febrero de 2002, Nature retiró su apoyo al documento, un acto sin precedentes en toda la historia de la publicación científica para un documento que no era incorrecto ni había sido impugnado en su conclusión principal. Ulteriores investigaciones por parte de científicos mexicanos confirmaron el hallazgo, demostrando que la contaminación era mucho más extensa de lo que se había sospechado previamente. El 95% de los sitios donde se tomaron muestras estaban contaminados, con grados de contaminación que variaban del 1% al 35%, promediando de 10% a 15%. Las compañías involucradas se han negado a brindar información molecular o sondeos para la investigación, lo que permitiría identificar cuáles son las partes responsables por los daños causados. Nature se negó a publicar esos resultados confirmatorios.

Un factor importante considerado por el informe Innovest (ver más adelante) – que condenaría a Monsanto– es la importante pérdida del inversionista que resultaría de la contaminación transgénica no intencional. La contaminación es inevitable, se establece en el informe, y podría causar la bancarrota de Monsanto y otras compañías biotecnológicas, dejando que el resto de la sociedad resuelva el problema.

Según Ignacio Chapela, quien se encuentra atrapado en la controversia resultante y con su cargo en la Universidad pendiendo de un hilo, la contaminación transgénica en México sigue creciendo. La extensión de la contaminación de semillas no transgénicas es alarmante. Se dice que un vocero de Dow Agroscience declaró en Canadá que “todo el sistema de semillas está contaminado”. El Dr. Lyle Friesen, de la Universidad de Manitoba, probó 33 muestras que representaban 27 razas de semilla de colza de pedigrí y encontró 32 contaminadas.
Las pruebas sobre el movimiento del polen revelaron que el polen de trigo permanece en el aire como mínimo durante una hora, lo que significa que podría ser llevado a enormes distancias, dependiendo de la velocidad del viento. El polen de colza es aún más liviano y puede permanecer en el aire de 3 a 6 horas. No es nada raro que haya vientos de 50 kilómetros por hora, lo que “convierte en una verdadera burla que la distancia de separación sea de decenas o incluso cientos de metros”, comentó Percy Schmeiser, famoso agricultor canadiense a quien el tribunal de Canadá le ordenó pagar “daños” a Monsanto, a pesar de haber argumentado que el cultivo transgénico de su vecino le había contaminado sus campos. Schmeiser perdió la apelación ante el Tribunal Federal, pero obtuvo el derecho a ser oído en el Supremo Tribunal de Canadá. Los agricultores orgánicos de Saskatchewan también iniciaron una acción legal contra Monsanto y Aventis por contaminar sus cultivos y arruinar su calidad de orgánicos.

En mayo de 2000, la Comisión Europea ordenó al Instituto de Estudios de Prospección y Tecnológicos (IPTS en inglés) del Centro Común de Investigación (JRC) de la UE, el estudio de la coexistencia de cultivos transgénicos y no transgénicos. Una vez terminado, el estudio fue entregado a la Comisión Europea en enero de 2002, con la recomendación de que no se hiciera público. El estudio silenciado, que se filtró y llegó a Greenpeace, confirmó lo que ya se sabe: que en muchos casos la coexistencia de la agricultura transgénica y no transgénica u orgánica es imposible. Incluso en los casos en que fuera técnicamente posible requeriría medidas costosas para evitar la contaminación y aumentaría los costos de producción de todos los agricultores, especialmente los pequeños.


La contaminación transgénica no se limita a la polinización cruzada. Nuevas investigaciones demuestran que el polen transgénico esparcido por el viento y depositado en distintos lugares o caído directamente al suelo, es una fuente importante de contaminación transgénica. Ese tipo de ADN transgénico ha sido encontrado incluso en campos donde nunca se habían plantado cultivos transgénicos, y se reveló que las muestras de suelo contaminadas con polen transfieren ADN transgénico a las bacterias del suelo.

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