Vegetales transgénicos y sus
riesgos toxicológicos
Según:
Valls, Mario (2000) Las plantas tienen mecanismos naturales de defensa. Uno de estos mecanismos es la producción de toxinas que las protegen de determinadas enfermedades y de los herbívoros. La manipulación genética puede inducir la producción de dosis mayores de estas
sustancias toxicas, su presencia en el fruto o en partes de la planta donde antes no se producían, o la aparición de compuestos
totalmente nuevos dañinos
para la salud.
También puede provocar otras alteraciones en la composición de los alimentos,
con
efectos desconocidos para la salud humana. La transformación de cultivos mediante ingeniería genética puede, por ejemplo, potenciar la producción
de sustancias que son
saludables cuando se consumen
en pequeñas cantidades, como algunas vitaminas y minerales, pero que pueden
tener efectos tóxicos en dosis mayores a las habituales. En la soja resistente al Roundup, por ejemplo, se han detectado alteraciones
del nivel de fitoestrógenos producidos por la planta, cuyo efecto se
desconoce y que no se tuvieron en cuenta en la evaluación de seguridad requerida en el proceso
de autorización
También puede
darse una pérdida de las cualidades nutritivas de un
alimento, al disminuir
determinados compuestos o aparecer sustancias anti
nutrientes, que impiden
su correcta asimilación.
En varios estudios de
toxicidad se han detectado trastornos en los animales
alimentados con OMGs. En ensayos realizados con ratas a las que se alimento con tomates transgénicos Flavr Savr el primer tomate transgénico autorizado en EE UU-, varios animales presentaban
principio de úlcera en el revestimiento del estómago.
Otra investigación realizada en Italia revelaba alteraciones morfológicas significativas sin causa aparente en las células del hígado de ratones alimentados con soja transgénica. Más recientemente, el comité científico del gobierno
francés se pronunciaba en contra de la aprobación
de un maíz autorizado por la
Comisión Europea en Octubre 2004, por considerar que las anomalías aparecidas en los estudios toxicológicos eran muy
preocupantes y que no se encontraba en situación de concluir la inexistencia de riesgos para la salud animal”.
La documentación sometida a consideración de dicho comité científico que Monsanto se negó a hacer pública
alegando secreto comercial- revelaba daños
en los riñones y en las células sanguíneas de ratones que habían consumido el maíz transgénico. Estas
alteraciones nunca han llegado a investigarse a fondo, sin embargo, se han intentando silenciar.
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